Una mañana un joven recibió la llamada
de su ex-novia en la cual le decía: “Yo también sentí lo mismo que tu la
noche pasada, te espero en una hora en el parque, donde siempre nos
veíamos, junto al lago”.
Con aquella llamada el joven quedó
consternado, ya que un día antes había soñado con su ella, las cosas no
acabaron bien entro ellos y por orgullo y recores estúpidos ambos
perdieron la comunicación y también la amistad.
Se duchó, se arregló y se dirigió al
parque a un pequeño muelle al lado del lago donde solía ir junto a ella.
Se sentó, observando y pensando que iba a pasar, que le iba a decir
ella y que le iba a responder él. Miraba a la gente pasar y entre ellos
la vislumbró, la vió extraña, diferente. No vestía con su ropa de
siempre, vestía un hermoso vestido blanco y su mirada reflejaba una paz
inmensa. Nunca había estado tan hermosa. Era como si destellara rayos de
luz.
El intentó decirle hola pero no podía.
Ella le dijo: “Caminemos” y él accedió sin poder articular palabra: “He
sabido que has estado triste y que has tenido muchos problemas, te he
soñado llorando, te he escuchado gritar. Yo me acercaba a ti pero sabía
que tú no querías saber nada de mí. No te culpo. Ambos nos hicimos mucho
daño y logramos alejarnos.”
“No vengo a discutir, solo he venido a
decirte que aunque las cosas no se arreglaron en su debido momento, yo
creo que nunca es tarde. ¿ Sabes una cosa? Esperé a que tú me llamaras,
para poder hablar. Esperé tu llamada, pero tu llamada nunca llegó. El
esperarte, el pensar en ti, me quitó el apetito y me fue venciendo poco a
poco. Sin embargo, tuve fe y constantemente me repetía “el llamará”
…pero nunca lo hiciste.
No te culpo, te comprendo. Sé lo que
sentiste anoche, sé lo que te pasó, yo también lo sentía en ese momento,
pero con mucho mas dolor. Grité tu nombre mil veces y grite mil veces
perdón. Qué lástima que no me hayas escuchado, qué lástima que no me
hayas llamado. ¿ Pero sabes amor? Creo que nunca es tarde para perdonar y
si te pedí que vinieras al parque fue para entregarte esto, ella le
entregó en sus manos una cruz, símbolo del amor de los dos. “Esta cruz
es nuestro amor, esta cruz soy yo. Te amo y te seguiré amando, quiero
que la conserves contigo. El se quedó sin palabras mientras gruesas
lágrimas resbalaban por sus mejillas. La gente lo miraba y lo señalaban.
Alguien le preguntó: Joven, ¿ está usted bien? Y él respondió: Sí, ¿
porqué? - Lo veo caminar y lo veo llorar, ¿ le sucede algo? Nada,
gracias, simplemente estoy conversando con ella. La persona que preguntó
se retiro extrañada del lugar.
El acompañó hasta su casa a su ex novia,
ella le pidió que por favor la esperara fuera y él accedió. Ella nunca
lo hacia esperar fuera pero las cosas habían cambiado, había
transcurrido mucho tiempo y ya nada era como antes. Se quedó 10 minutos
esperando y ella no regresaba. De pronto escuchó voces y vió salir de la
casa a los amigos de ella, todos con cara triste y ojos llorosos. Lo
abrazaron y le dijeron “Se nos fue, se nos fue…” Una extraña sensación
recorrió todo su cuerpo y entró corriendo a la casa. Entró a la
habitación de su ex novia, en ella se encontraba la madre de ella
abrazada del cadáver de la chica, el cual reflejaba en su rostro una
profunda tristeza. El joven con llanto y un nudo en la garganta le
pregunto a la señora ¿ pero que ha sucedido? ¡ No puede ser! ¡ Dígame
que ha sucedido! – Dice el doctor que murió de tristeza. Ella dejó de
comer, dejo de reír. No sabemos como el sentimiento de culpa la hizo tan
infeliz…
Te ha dejado esta carta, le dijo. El
comenzó a leer: “¿ Sabes amor? Yo también sentí lo mismo que tú. El aire
empieza a faltarme, intento gritar pero no puedo, esta tristeza es tan
profunda que no puedo soportarlo. Me voy para siempre amor. Gracias por
haber ido al Lago. Gracias por estar aquí. Aunque en vida no me pudiste
perdonar. Sé que ahora lo harás frente a mí.”
Lentamente la carta se cayó de su mano. Desencajado levantó la mirada: Perdóname tú a mí…