jueves, 15 de agosto de 2013

Perdóname amor

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Bonita historia de amor que rescaté de un blog abandonado en las profundidades de internet. ¿ cierta? Quién sabe.


Una mañana un joven recibió la llamada de su ex-novia en la cual le decía: “Yo también sentí lo mismo que tu la noche pasada, te espero en una hora en el parque, donde siempre nos veíamos, junto al lago”.
Con aquella llamada el joven quedó consternado, ya que un día antes había soñado con su ella, las cosas no acabaron bien entro ellos y por orgullo y recores estúpidos ambos perdieron la comunicación y también la amistad.
Se duchó, se arregló y se dirigió al parque a un pequeño muelle al lado del lago donde solía ir junto a ella. Se sentó, observando y pensando que iba a pasar, que le iba a decir ella y que le iba a responder él. Miraba a la gente pasar y entre ellos la vislumbró, la vió extraña, diferente. No vestía con su ropa de siempre, vestía un hermoso vestido blanco y su mirada reflejaba una paz inmensa. Nunca había estado tan hermosa. Era como si destellara rayos de luz.
The_Ghost_Woman

El intentó decirle hola pero no podía. Ella le dijo: “Caminemos” y él accedió sin poder articular palabra: “He sabido que has estado triste y que has tenido muchos problemas, te he soñado llorando, te he escuchado gritar. Yo me acercaba a ti pero sabía que tú no querías saber nada de mí. No te culpo. Ambos nos hicimos mucho daño y logramos alejarnos.”
“No vengo a discutir, solo he venido a decirte que aunque las cosas no se arreglaron en su debido momento, yo creo que nunca es tarde. ¿ Sabes una cosa? Esperé a que tú me llamaras, para poder hablar. Esperé tu llamada, pero tu llamada nunca llegó. El esperarte, el pensar en ti, me quitó el apetito y me fue venciendo poco a poco. Sin embargo, tuve fe y constantemente me repetía “el llamará” …pero nunca lo hiciste.
No te culpo, te comprendo. Sé lo que sentiste anoche, sé lo que te pasó, yo también lo sentía en ese momento, pero con mucho mas dolor. Grité tu nombre mil veces y grite mil veces perdón. Qué lástima que no me hayas escuchado, qué lástima que no me hayas llamado. ¿ Pero sabes amor? Creo que nunca es tarde para perdonar y si te pedí que vinieras al parque fue para entregarte esto, ella le entregó en sus manos una cruz, símbolo del amor de los dos. “Esta cruz es nuestro amor, esta cruz soy yo. Te amo y te seguiré amando, quiero que la conserves contigo. El se quedó sin palabras mientras gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas. La gente lo miraba y lo señalaban. Alguien le preguntó: Joven, ¿ está usted bien? Y él respondió: Sí, ¿ porqué? - Lo veo caminar y lo veo llorar, ¿ le sucede algo? Nada, gracias, simplemente estoy conversando con ella. La persona que preguntó se retiro extrañada del lugar.
El acompañó hasta su casa a su ex novia, ella le pidió que por favor la esperara fuera y él accedió. Ella nunca lo hacia esperar fuera pero las cosas habían cambiado, había transcurrido mucho tiempo y ya nada era como antes. Se quedó 10 minutos esperando y ella no regresaba. De pronto escuchó voces y vió salir de la casa a los amigos de ella, todos con cara triste y ojos llorosos. Lo abrazaron y le dijeron “Se nos fue, se nos fue…” Una extraña sensación recorrió todo su cuerpo y entró corriendo a la casa. Entró a la habitación de su ex novia, en ella se encontraba la madre de ella abrazada del cadáver de la chica, el cual reflejaba en su rostro una profunda tristeza. El joven con llanto y un nudo en la garganta le pregunto a la señora ¿ pero que ha sucedido? ¡ No puede ser! ¡ Dígame que ha sucedido! – Dice el doctor que murió de tristeza. Ella dejó de comer, dejo de reír. No sabemos como el sentimiento de culpa la hizo tan infeliz…
Te ha dejado esta carta, le dijo. El comenzó a leer: “¿ Sabes amor? Yo también sentí lo mismo que tú. El aire empieza a faltarme, intento gritar pero no puedo, esta tristeza es tan profunda que no puedo soportarlo. Me voy para siempre amor. Gracias por haber ido al Lago. Gracias por estar aquí. Aunque en vida no me pudiste perdonar. Sé que ahora lo harás frente a mí.”
Lentamente la carta se cayó de su mano. Desencajado levantó la mirada: Perdóname tú a mí…